jueves, 9 de octubre de 2008

Del amor a la muerte solo hay un paso

Nagisa Oshima es una de las figuras más destacadas del cine japones de los años 50, caracterizado por la toma de conciencia con la situación de posguerra en que transcurrió la infancia de estos cineastas.
El nuevo cine japonés quedó marcado por una voluntad de transgresión que, en el caso de Oshima, cristalizó en su obsesión por el sexo y la violencia como medios de protesta. Como resultado de todo ese ideario cultural, Oshima rodó, en 1976, El imperio de los sentidos, polémica película que narra la destructiva historia de amor que se establece entre dos amantes.

la cinta fue prohibida por la censura en algunos países incluido Japón, donde no pudo ser exhibida hasta el año 2001.

El Imperio de los sentidos refleja una pasión sexual narrada sin ningún tipo de inhibiciones. Los protagonistas, la sirvienta/prostituta Abe Sada (Eiko Matsuda) y su amo Kichi (Tatsuya Fuji), sobrepasan los límites de las relaciones sexuales ordinarias para adentrarse en una progresiva espiral de conocimiento carnal y en la fusión física de dos cuerpos que degenerará en una sumisión mutua y ajena a cualquier regla de orden moral.

Sada hipersensible al contacto sexual al principio, pasa a ser totalmente dominante y celosa de Kichi, ella le amenaza con amputarle el pene si le es infiel. Los lazos de unión entre ambos personajes se estrechan y Sada empieza a demostrar una total veneración hacia el miembro viril de Kichi, que está en permanente estado de erección(ni con la viagra se llega a este estado). La devoción de Sada es enfermiza, pues ansía la completa posesión de los genitales de su hombre hasta el extremo de andar sujeta a éstos durante los paseos nocturnos de la pareja por las calles de Tokyo.
Ella pone de manifiesto sus ganas de arrancarle el miembro para conservarlo perpetuamente dentro de su vagina(con lo fácil que es fabricarse un consolador o comprarse uno).

El primer paso hacia el impulso destructivo se produce cuando los dos protagonistas introducen el castigo corporal como sistema de placer en sus relaciones. Una vez descubierta esta vertiente sadomasoquista, Kichi y Sada se entregan a ella como recurso final: la capacidad devoradora de Sada es tan grande y la sumisión de Kichi tan absoluta que el destino de estas relaciones queda prefigurado.

Drama erótico que causó sensación en Cannes, donde se tuvieron que dar 13 pases, algo sin precedentes. Un clásico del erotismo que triunfó precisamente por su seriedad en la presentación del sexo explícito.
Todo un compendio de hasta donde puede llegar la obsesión, (no hagáis estas cosas en casa, jejeje)

1 comentario:

Cybernapya dijo...

Me encantaría poder verla...